Desprendimiento de la placenta

La circulación útero placentaria finaliza a la terminación del parto.

Una vez salido el feto y cortado el cordón umbilical (figura 5), la placenta (P) continúa unida al útero y la circulación útero placentaria prosigue intacta. Y, por tal motivo, el cordón (CU) que sale por la vulva de la madre sigue latiendo.

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Fig. 5

La separación de la placenta del útero se produce pasado unos minutos. Y, es en esos momentos cuando se interrumpe definitivamente la circulación útero placentaria y el cordón deja de latir (figura 6).

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Fig. 6

La separación de la placenta lleva consigo la rotura de los vasos (V) que atravesaba la barrera útero placentaria. Y, por las bocas abiertas de dichos vasos se produce una pérdida sanguínea que fluye por la vulva. Esta hemorragia pasajera es, precisamente, el signo del desprendimiento placentario.

Ligaduras vivientes de Pinard

Acto seguido al desprendimiento placentario se desencadenan contracciones uterinas intensas (figura 7) que comprimen fuertemente los vasos (V), cierran sus bocas, y, consecuentemente, cesa la pérdida sanguínea. A este mecanismo biológico Pinard denominó “ligaduras vivientes”. Y, es que, efectivamente, las contracciones uterinas desempeñan en esos momentos el papel de auténticos torniquetes.

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Fig. 7

La eficacia de las “ligaduras vivientes” es debida a la ley física de Poiseuille, analizada anteriormente.

 

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