El naturalismo y el intervencionismo en el parto

José F. Fernández Godoy

Antecedentes históricos

El interés por el naturalismo en el parto es relativamente reciente. Ha ido naciendo como reacción al incremento de la intervención obstétrica. Con el florecimiento de la Obstetricia (siglo XVI) se inicia el paso de la actitud pasiva a la activa en el parto y con la aparición de las principales técnicas obstétricas (siglo XVIII), se fragua la gran polémica entre la tendencia conservadora y la activa en el parto.

Al frente de la conservadora se alza en Viena, Lucas Jon Boër (1751-1835). Su criterio de pasividad ante el parto le llevó a realizar sólo cinco aplicaciones de fórceps en novecientos cincuenta y ocho partos. Alcanzó gran prestigio y tuvo numerosos seguidores.

Desde Francia surgió un grupo de médicos liderados por F. B. Osiander representando la actitud activa. Osiander presentó un porcentaje de intervenciones, fundamentalmente aplicaciones de fórceps, del 46% de los partos.

La osadía de los intervencionistas (frecuentes aplicaciones de fórceps en cabeza alta) y las malas condiciones en las que las intervenciones se realizaban, condujeron a cosechar resultados muy desfavorables y, consecuentemente, la polémica entre la tendencia conservadora y la intervencionista se saldó claramente a favor de la primera.

Así pues, el desarrollo de la intervención obstétrica encontró siempre la dura resistencia de los naturalistas. Prueba de esta resistencia fue la aparición de publicaciones como “El nuevo y natural modo de auxiliar a las mugeres en los lances de los partos, sin operación de manos, ni instrumentos” de Babil de Gárate (1756) y las numerosas voces que, bajo el lema: “¡Las manos fuera del útero!”, se alzaron en contra de la proliferación de las extracciones manuales de placenta.

La cesárea, cuyo método más avanzado fue descrito por el español Martín Martínez, no terminaba de despegar, debido, por un lado, a la oposición de la iglesia cristiana, y por otro, a la alta mortalidad materna que llevaba consigo (el índice de mortalidad materna en 80 cesáreas practicadas en Estados Unidos antes del año 1878 fue del 52,5%). A pesar de estos malos resultados, en ningún momento se abandonó la idea de su necesidad en la práctica obstétrica. Y así, con la mejora de la técnica y los medios quirúrgicos, la mortalidad materna fue descendiendo y su práctica aumentando hasta los niveles actuales.

La Obstetricia

La seguridad de la madre y del hijo ha sido siempre el centro de atención del obstetra. Esta preocupación, acrecentada en los tiempos actuales por la escrupulosa exigencia de la sociedad, motivó que la Obstetricia se lanzara a la consecución del un objetivo fundamental: la disminución del índice de mortalidad y morbilidad materna y perinatal.

Técnicas agresivas como el fórceps (sobre todo las aplicaciones en cabeza alta), en épocas pasadas las grandes protagonistas de la intervención obstétrica, fueron dando paso a la cesárea, de escaso riesgo con los medios quirúrgicos y anestésicos actuales. Y, así, la sistemática asistencial del parto fue encauzándose hacia dos cuestiones básicas: extremar la vigilancia de la madre y del feto y realizar la cesárea ante el menor signo de riesgo. 

La mecánica del parto dejó de interesar. Los estudios de Gauss (1777-1855) con su "Ley del mínimo esfuerzo", los de Pajot (1857) con su “Ley general del mecanismo de todos los partos”, las numerosas teorías sobre la “rotación del feto en el parto” (Hubert, 1850; Sellheim, 1913 y otros), el estudio sobre la postura de la parturienta de Bum (1903)... reposan en el cajón del olvido. Y, desde entonces, nada, es decir, el estudio físico del parto lleva más de un siglo estancado.

La Biomecánica

La Biomecánica -rama de la mecánica que estudia los movimientos y fuerzas del ser humano- se introduce en especialidades médicas afines a estos conceptos físicos (Fisioterapia, Odontología, Traumatología...) y es cosa bien singular que, precisamente, el movimiento más importante e interesante del ser humano, su salida del seno materno, sometido como todo movimiento a las leyes de la Física, no sea estudiado por la Biomecánica. El obstetra piensa que tal estudio es absolutamente innecesario cuando se dispone ya de una vía, la abdominal, recta y segura. Y así, el sinuoso y conflictivo canal del parto humano ha quedado abandonado, como la curva peligrosa de la carretera queda abandonada cuando es sustituida por un tramo nuevo.

Pero este desconocimiento de la Biomecánica del parto ha llevado consigo importantes incongruencias y defectos de los métodos asistenciales actuales:

· Las posturas de la parturienta durante la dilatación y la expulsión son inadecuadas.

· La importante fuerza de la prensa abdominal no es debidamente aprovechada.

· Las mesas de parto (soporte del sistema asistencial), son confeccionadas sin el menor análisis científico (estudio biomecánico). Son, por tanto, muy defectuosas.

· ...

Los mencionados defectos han contribuido a un crecimiento de la intervención obstétrica que está entrando, en la actualidad, en una inercia prácticamente imparable.

El Naturalismo  

Ante el incremento de la intervención obstétrica los naturalistas se llevan las manos a la cabeza... Se arrogan la exclusividad de la humanización del parto y postergan a los tocólogos al papel que tuvieron en épocas ya lejanas: el de cirujanos sin más. Se erigen en los grandes defensores de la mujer y proclaman para ella el derecho a elegir la forma de realizar su parto.

“Parto a la carta”

Se le muestra a la mujer un extenso escaparate de opciones para dar a luz, una especie de “parto a la carta”, en el que puede elegir entre el parto hospitalario en el paritorio, el parto hospitalario en la cama, el parto hospitalario en el agua, el parto en el propio domicilio, el parto en el domicilio y en el agua (para lo cual se le proporciona una bañera apropiada), el parto en el domicilio con una ambulancia en la puerta,...Estos sistemas asistenciales procedentes del exterior, se están introduciendo en nuestro país.

Se le da a la mujer opciones de elegir la postura en el parto que desee. Y los paritorios se dotan de infinidad de modelos de mesas para poner en práctica el parto en cualquier postura: sentada, en cuclillas, de pie, de rodilla,...

¿Medidas vanguardistas o retrógradas?

Ante semejante panorama, me viene a la mente las palabras de BUMM, que, a finales del siglo XIX escribía, sobre las posturas de la parturienta, lo siguiente: “Durante siglos la posición de la parturienta ha obedecido a costumbres empíricas. Había una búsqueda de la postura más natural y para encontrarla se indagó en los pueblos primitivos, pero en estos pueblos primitivos la postura también era cuestión de la moda de la localidad, tendida, sentada, de rodillas, con las piernas colgantes, con la pelvis elevada y hasta con el cuerpo suspendido”. Y es que el “parto a la carta”, con su extensa variedad de posturas de la parturienta, exhibido pomposamente como técnicas vanguardistas, no representa más que el regreso a los legendarios tiempos del arte de partear.

La gran polémica

Siempre ha existido -y seguirá existiendo- una polémica entre el naturalismo y el intervencionismo en el parto. El naturalismo cumple la importante misión de frenar el ansia manipuladora del ser humano. ¿Qué sería del parto si el intervencionismo dispusiera de una vía libre, sin la severa vigilancia del naturalismo? ¿Terminarían todos los partos en cesáreas? Pero el mencionado impulso manipulador del ser humano, debidamente controlado, conduce al progreso. Y hoy nadie pone en tela de juicio los extraordinarios beneficios del progreso obstétrico, responsable, entre otras cuestiones, del considerable descenso del índice de mortalidad materna e infantil.

Acercar posiciones

La confrontación entre las fuerzas de estas dos tendencias debe buscar el equilibrio. El naturalismo y el intervencionismo en el parto están obligados a acercar posiciones. La obstetricia debe tener en cuenta que en el naturalismo hay cuestiones cargadas de razón. Y el naturalismo debe aceptar la extraordinaria complejidad del parto humano y la necesidad de una vigilancia exhaustiva.

La biomecánica del parto

Estoy convencido que el conocimiento de la biomecánica del parto (se estudia de un modo muy sencillo en la presente web) allanaría el camino para el encuentro de estas dos grandes tendencias: el naturalismo y el intervencionismo en el parto.

 

 

 

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