EL PADRE EN EL PARTO

José F. Fernández Godoy

El parto de nuestra especie ha estado siempre influenciado por su entorno. Pero, es cosa bien singular que, desde los tiempos más remoto, haya sido cuestionada la presencia del hombre en dicho entorno.

¿Partera o partero?

La polémica sobre si el hombre debía ejercer como partero es muy antigua, si bien alcanzó una especial significación en la Francia del siglo XVI.

En contra de los parteros se esgrimía el argumento que el oficio de comadrón era desconocido en la antigua cultura grecolatina. Y, sobretodo, que la presencia del hombre en el parto suponía un auténtico atentado a la moral y a las buenas costumbres de la época.

 Y, a favor de los comadrones se utilizaba  la tesis de su mayor fuerza física (cualidad ventajosa en el desempeño del oficio), y que las obras más importantes sobre el arte de partear se debían a autores masculinos.

La polémica fue subiendo de tono. Buena prueba de ello fue la aparición en la Inglaterra del siglo XVIII de obras satíricas en contra de los parteros, como la de S. W. Fores, “La partería masculina diseccionada” (Londres, 1793), en la que se ridiculizaba cruelmente la dedicación del varón al oficio de partear.

Y, a lo largo del siglo XIX, los parteros, más acosados que nunca, fueron, poco a poco, desapareciendo.

Hasta la segunda mitad del siglo pasado no se ha zanjado una polémica absurda que jamás se debió plantear. Y, actualmente conviven matronas y comadrones, y nadie le da valor alguno al sexo del profesional que asiste el parto.

 Papel del padre

La presencia del hombre en el parto estaba prohibida en la primera mitad del siglo XVI. El parto era, para la sociedad machista de la época, una tarea más del hogar, propia exclusivamente de mujeres.

Como reacción a estas reminiscencias del pasado, la sociedad actual se ha lanzado a proclamar la presencia y la participación del padre en el parto.

Nos cabe el honor a los “preparadores” de haber sido los principales impulsores del movimiento social de implicar al padre en cuestiones del embarazo, el parto, y las primeras relaciones con el hijo.

En la “preparación” se imparte una amplia información sobre las cuestiones mencionadas, que el padre debe conocer para compartirlas con la madre  de la mejor manera posible. De aquí, la importancia de su participación en la preparación.

Entrada del padre en el paritorio

La entrada del padre en la sala de parto se ha convertido hoy en práctica de obligado cumplimiento.

Pero, ¿es absolutamente necesaria la entrada del padre en la sala de parto?

Algunos, que han asumido la obligación ineludible de entrar, han pasado un mal momento. Por tal motivo, el padre que de antemano  tema carecer de la personalidad adecuada para tal menester debe abstenerse, ocupando su lugar un familiar.

¿Donde se debe colocar?

En la parte anterior de la mesa de parto, lugar donde:

a) Ella se relaciona más estrechamente con él.

b) Es el lugar idóneo para ayudar.

c) Puede vivir la salida del hijo desde la misma perspectiva que la madre.

¿Qué debe hacer?

Ayudar en la técnica de la expulsión.

En la técnica de la expulsión hay que tener en cuenta dos puntos clave:

a) Inspiraciones profundas con retención del aire mientras dure la contracción (ver Ejercicio de la expulsión).

b) Una incorporación con flexión lumbar. Ver Técnica de la expulsión y el vídeo El padre.

El padre debe colocar una mano en el vientre de ella para avisarle cuando aparezca y desaparece la contratación (si se ha aplicado la epidural, la contracción no suele ser percibida por la parturienta).

Y, pasar el otro brazo por el hombro de ella para ayudarle a incorporarse.

Nota: en mi centro de preparación entreno a la pareja, sobre una mesa de parto de diseño propio, en la técnica de la expulsión.  

 

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