La epidural

José F. Fernández Godoy

En 1921 el español Fidel Pagés Miravé, médico militar, describió, con el nombre de "Anestesia metamérica", lo que hoy se conoce como “Anestesia epidural”. Pagés Miravé, cuya muerte aconteció en 1923, no se pudo imaginar la enorme trascendencia de su descubrimiento.

La epidural encontró muy pronto su principal indicación en el tratamiento del dolor del parto. Pero, por motivos económicos (precisaba de un anestesista), su puesta en práctica de un modo generalizado se retrasó hasta épocas recientes.

La irrupción de la epidural en los hospitales llevó consigo un aumento del número de estimulaciones con oxitocina, de partos instrumentados y de cesáreas.

Ante este incremento de la intervención obstétrica, los movimientos naturalistas tomaron una postura contraria a la utilización sistemática de la epidural.

En torno al dolor del parto hay en la actualidad dos tendencias enfrentadas:

a) La de combatir el dolor de la parturienta con el método más eficaz, la epidural, a pesar de los efectos colaterales que genera.

b) La de combatir el dolor del parto con métodos menos eficaces con el fin de evitar el incremento de la intervención obstétrica.

Ante la polémica creada se impone un análisis sobre la influencia de la epidural en la biomecánica del parto.

A. Influencia de la epidural en la biomecánica de la dilatación

a) Influencia sobre el reflejo de Ferguson (fig. 1)

Reflejo_de_Ferguson_Epidural_copiar

Fig. 1

El desarrollo del reflejo de Ferguson, en pleno territorio (zona sombreada) de influencia de la epidural, es interferido por esta, con una consecuencia fundamental:

La disminución del flujo de oxitocina y, consecuentemente, de la fuerza impulsora de la contracción interina.

b) Influencia sobre el tono muscular

La desaparición, por la acción de la epidural, del dolor procedente de la parte baja del útero y del cuello (zona coloreada en rojo) acarrea una disminución del tono muscular de dicha zona (ver dolor del parto). Y, la relajación resultante facilita la distensión y la apertura de la mencionada zona.

En definitiva, la epidural ejerce sobre la biomecánica de la dilatación dos efectos físicos antagónicos: por un lado, frena la dilatación (por disminución del flujo de oxitocina), y, por otro lado, acelera el mencionado proceso de dilatación (por disminución del tono muscular).

La cuestión es determinar el efecto predominante, es decir, si la epidural retrasa o, por el contrario, acelera la biomecánica de la dilatación.

En principio, con la técnica habitual -tras la punción, la parturienta permanece acostada en la cama-, la clínica evidencia que la epidural frena la biomecánica de la dilatación.

Interesa, pues, profundizar en una cuestión básica: el papel de la postura en el efecto de la epidural.

Postura y epidural

 

 

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