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El audio de ambiente El audio de ambiente suprime las palabras de la voz en off: sólo se escucha el sonido emanados de las imágenes. El audio de ambiente rompe con las transmisiones radiofónicas (sólo palabras) del pasado, y abre un mundo nuevo, de dimensiones inimaginables, de solo imágenes (y sus sonidos). El audio de ambiente ofrece al telespectador la posibilidad de percibir el espectáculo audiovisual emocionante, sin interferencia, en estado puro, como si estuviera en la grada. Sin embargo, a pesar de sus excelencias, al audio de ambiente no se le da la debida importancia. Y demasiadas transmisiones carecen de él. ¿Temerá el mundo de las palabras que el de las imágenes le arrebate protagonismo? ¿Se habrá establecido una dictadura de las palabras…? Palabras vs imágenes En las transmisiones radiofónicas de antaño, las palabras (de un sólo locutor) campaban a sus anchas. Se bastaban, por sí solas, para llevar a los radio-escuchantes la información y la emoción del partido. Llegó la televisión. Y entraron en escena las imágenes: arrogantes, desafiantes, presumiendo de los suculentos beneficios que traían consigo, jactándose que “una de ellas, sólo una, valía más que mil palabras”. Las palabras, humilladas, recurrieron a comentaristas de verbo fácil, y a las bulliciosas redes sociales. Y consiguieron un gran ejército de palabras para plantar cara a las imágenes. Además, utilizaron el arma más hiriente, el desprecio. Que la imagen del balón, rebosante de emoción, rondaba la portería…, las palabras, sin echar cuenta, seguían enfrascadas en lo de siempre: el “talento” de tal o cual jugador… Hace años se escuchó en una transmisión: ¡penalti y expulsión! Y lo sorprendente fue que las palabras no procedían del locutor. Las palabras provenían de una imagen. Una imagen que hablaba. – No se puede consentir tremendo intrusismo. – Se quejaron las palabras– Están usurpando nuestra razón de ser. Las imágenes no deben hablar. Porque no se controlan y “pueden decir cosas improcedentes”… Las palabras pusieron, igualmente, el grito en el cielo con la llegada del VAR: – Las imágenes son insaciables. Ahora se inmiscuyen en el arbitraje. La imagen es muy lenta para determinar si es penalti. La palabra es rápida. Dice: ¡penalti! y es penalti. Así de rápido… Y, ya habrá tiempo de discutir, discutir, discutir… El “audio de ambiente” llegó silencioso, de puntillas, por la puerta de servicio. No obstante, las palabras lo detectaron al instante. – Un telespectador, con sólo pulsar un botón, puede callarnos a todas – advertía, temerosa, una palabra. – No te preocupes – respondía otra– nadie pulsará el botón. Nosotras somos imprescindibles. Las imágenes sólo muestran del jugador lo superficial, lo que se ve: la velocidad, el regate, el gol. Pero nosotras profundizamos en lo trascendente: el “talento”. – Pues sí me preocupa – contestaba la primera – te confieso que el audio de ambiente me está escamando. Y, por si acaso, conviene dejarlo aparcadito… Comentario como aficionado Me encanta el narrador a la antigua usanza, que sigue la evolución del juego y que, con el tono de voz, se suma a la emoción del espectáculo. Fue mis “ojos” en las transmisiones radiofónicas de mi niñez, y es, en las televisivas de hoy, el “catalejo” que acerca y agranda las imágenes para que las perciba mejor. Me encanta el comentarista conciso que, en breves palabras, tiene la habilidad de comentar momentos significativos de lo que estoy viendo. Me perturban, por el contrario, los comentaristas que hablan por los codos. Que dicen lo que se le viene en gana. Que no echan cuenta a las imágenes… Que restan emoción al espectáculo. En estos casos, me conecto con el audio de ambiente (si está disponible). Y, libre del sonido perturbador de palabras vanas, me sumerjo en el espectáculo audiovisual emocionante…
Transmisiones de fútbol. Imágenes y palabras Imágenes El balón, cuyo movimiento hacia una u otra portería origina emoción; los jugadores, artífices del movimiento emocionante del balón; el árbitro, protagonista de decisiones emocionantes; el público, emocionado, de la grada. Los avances tecnológicos posibilitan hoy escuchar los sonidos (cargados de emoción) emanados de las imágenes: el golpeo al balón, el balón estrellándose en el larguero, palabras de jugadores, palabras del árbitro, el clamor de la grada,… Imágenes y sonidos (de las imágenes) constituyen un conjunto sensorial audiovisual: un espectáculo audiovisual emocionante. Y a este conjunto sensorial audiovisual se incorpora desde fuera de la cámara (voz en off) las palabras de los locutores. Palabras de los locutores Las palabras de los locutores se pueden englobar en dos estilos, según predomine la narración o los comentarios. a) Narraciones amplias y comentarios cortos Algunos locutores continúan con el estilo de las transmisiones radiofónicas del pasado: narraciones amplias y comentarios breves intercalados. El narrador se ajustan a lo que se está viendo (evolución del balón, identificación de jugadores, detalles,…) y, el tono de voz, se suma a la emoción del espectáculo. Y, el comentarista intercala, en tono de voz menor, breves opiniones sobre la evolución del juego. Palabras e imágenes están enlazadas por la “interrelación integradora” exigida en lo audiovisual. Y el cerebro del telespectador puede atender y percibir palabras e imágenes simultáneamente: las palabras del narrador y del comentarista se integran en el espectáculo audiovisual emocionante. b) Narraciones cortas y comentarios largos Con la llegada de la televisión algunos pensaron que carecía de sentido contar lo que se estaba viendo. Se acortaron las narraciones. Se alargaron los comentarios. Se multiplicaron los comentaristas. Se dio paso a las bulliciosas redes sociales…. En suma, se creó un estilo de abundantes palabras ajenas a las imágenes. En el nuevo sistema falta la “interrelación integradora”, propia de lo audiovisual, entre palabras e imágenes: las palabras cursan por senda independiente a la de las imágenes. La ausencia de “interrelación integradora” entre palabras e imágenes origina un conflicto en la parcela cerebral de la comunicación: el cerebro no puede centrar la atención y percibir simultáneamente las palabras y las imágenes. Solución: centrar la atención en las imágenes y desentenderse de las palabras. Consecuencia: las palabras desatendidas, sólo oídas, no escuchadas, pierden su contenido informativo y se convierten en un simple sonido, molesto, perturbador. El ruido de las palabras El sonido más melódico se convierte en ruido cuando no es deseado. La palabra más atrayente para algunos se convierte en ruido para los que no la desean. Los sistemas de “abundantes palabras ajenas a las imágenes” pueden ser atrayentes para algunos, pero, para otros, constituyen un ruido molesto, perturbador. Un responsable de televisión me decía: se reciben abundantes quejas sobre lo mucho que hablan los comentaristas. Pero, estos no quieren hacer caso. En el ruido de las palabras interviene también el fuerte sentimiento de rivalidad: algunos telespectadores rechazan las palabras del comentarista que considera contrario a su equipo. Hace unos años, el problema se solucionaba apagando el sonido del televisor y conectándose, a través de la radio, con el comentarista favorito. Hoy, la propia televisión ofrece diversas opciones de audios, y, entre ellas, el audio de ambiente.
La atención oscilante Cuando el foco de la atención oscila entre varias informaciones independientes se denomina atención oscilante. Y, si la velocidad de oscilación es alta puede dar la (falsa) impresión de focalizar la atención en varias informaciones a la vez. La velocidad de la oscilación depende de la complejidad de las informaciones, y del nivel intelectual del individuo. A mayor agilidad del individuo para percibir (interpretar) las informaciones, mayor facilidad tiene para oscilar la atención entre ellas. En las personas mayores (con la función de la percepción enlentecida) el manejo de la atención oscilante es más dificultoso. La atención en la persona mayor La persona mayor sufre un declive de la agudeza auditiva y visual. Necesita más tiempo para focalizar la atención en los estímulos auditivos y visuales: es más lenta la focalización de la atención en las palabras y en las imágenes. Al adulto mayor se le debe hablar despacio y en ambiente lo más exento posible de informaciones colaterales. Atender la palabra. Escuchar y oír Para percibir el contenido informativo de la palabra es imprescindible escucharla: focalizar la atención en la palabra que llega a los oídos (y desentenderse de las demás informaciones). “Escuchar” no es “oír”. La palabra sólo oída (no escuchada) está sujeta, exclusivamente, a la atención generalizada. Es un acto pasivo, ajeno a la voluntad. La palabra sólo oída (no escuchada) pierde su contenido informativo y se convierte en un “sonido no deseado”, por definición, en un “ruido”. Atender la imagen. Mirar y ver Para percibir la imagen es necesario mirarla: focalizar la atención en la imagen que llega a los ojos. “Mirar” no es “ver”. La imagen sólo vista (no mirada) está sujeta, exclusivamente, a la atención generalizada. Es un acto pasivo, ajeno a la voluntad. La imagen tiene mayor poder de atraer la atención que la palabra: en la confluencia de palabras e imágenes el foco de la atención tiende a decantarse por las imágenes. El poder de atraer la atención de la imagen, muy estudiado en el campo de la publicidad, está sujeto a diversos factores: - Tamaño.- La imagen de mayor tamaño genera mayor poder de atraer la atención. - Posición.- Atrae más la atención la imagen situada en la zona superior y en la zona izquierda del campo visual. Estas son, pues, las zonas preferentes (puntos fuertes) de la pantalla de televisión. - Color.- La imagen de colores vivos llama más la atención que la de tonos grises. - Movimiento.- La imagen en movimiento llama más la atención que la fija. Y, llama especialmente la atención la imagen intermitente (que aparece y desaparece). - La carga emocional.- A mayor carga emocional de la imagen mayor es su poder de atraer la atención.
Lo audiovisual. Palabras e imágenes Concepto Lo audiovisual no se reduce a la unión, sin más, de lo auditivo (sonido) y de lo visual (imagen). Lo audiovisual se rige por una cuestión clave: la interrelación entre lo auditivo (en el análisis, palabra) y lo visual (imagen): palabra e imagen deben estar integradas en la misma parcela informativa. La “interrelación integradora” posibilita la focalización de la atención en la palabra y en la imagen al mismo tiempo. Y, consecuentemente, la percepción simultánea de ambos estímulos sensoriales. Palabra e imagen aportan, cada una, las cualidades que le son propias. Y la percepción simultánea de la palabra y de la imagen da lugar a un conjunto sensorial complementado, enriquecido. ¿Qué sucede cuando falta la “interrelación integradora” entre lo auditivo y lo visual? ¿Qué sucede cuando la palabra y la imagen cursan por sendas independientes? Que el cerebro receptor no puede focalizar la atención y percibir, la palabra y la imagen al mismo tiempo. Ante la problemática creada el cerebro receptor dispone de dos opciones: a) Recurrir a la atención oscilante. Inconveniente: el manejo de la atención oscilante entraña dificultades, sobre todo, en las personas mayores. b) Lo más frecuente, focalizar la atención sólo en la imagen, desentendiéndose de la palabra. Inconveniente: la palabra desatendida, no escuchada, pierde su contenido informativo y se convierte en un simple sonido, molesto, perturbador. Conclusión: la ausencia de “interrelación integradora” entre palabra e imagen origina problemas de interferencia. Este concepto de lo audiovisual, expuesto de modo conciso, puede resultar retórico, confuso, falto de interés práctico. Sin embargo, marca unas bases de extraordinaria trascendencia a la hora de asociar palabras e imágenes en la elaboración de la información. Audiovisual natural Al cerebro llegan del mundo exterior, de modo natural, informaciones audiovisuales. La lluvia, por ejemplo, lleva consigo el sonido del agua golpeando el suelo y la imagen del pavimento mojado. Y el cerebro percibe sonido e imagen simultáneamente. Dentro de lo audiovisual natural, interesa destacar “el lenguaje humano” como el más claro ejemplo del lenguaje audiovisual. Cuando una persona habla (figura 1), al cerebro receptor le llega, por vía auditiva, sus palabras y, por vía visual, su expresión corporal y la figura de su persona. Fig. 1 Lo auditivo y lo visual están integrado en la misma parcela informativa. Y, el cerebro receptor percibe, simultáneamente, “lo que dice”, “como lo dice” y “quien lo dice”. Audiovisual tecnificado El ser humano, en su actividad creadora, fue tecnificando la transmisión de su lenguaje. Y surgió la comunicación de masa y a distancia. En el siglo XIX aparece la radio, medio de información exclusivamente auditivo, en el que el lenguaje humano estaba falto de su componente visual (expresión corporal e imagen de la persona). En el cine mudo (finales del siglo XIX), faltaba el componente auditivo. Y, por mucho que se empeñaran los genios de la expresión corporal, se echaba en falta la fuerza narrativa de la palabra. Con el cine sonoro (principios del siglo XX) se logró, al fin, dotar al lenguaje de su dimensión audiovisual. El cine sonoro introdujo la voz en off (palabras desde fuera de la cámara). Las palabras de la voz en off aportan una información complementaria a la información emanada de las imágenes. El cine sonoro ha sido el primer medio de comunicación de masas en cumplir los principios básicos de lo audiovisual. A partir del cine sonoro se difundió el término audiovisual. Al principio, como adjetivo: información audiovisual, medio audiovisual, arte audiovisual,… Y después, como sustantivo: hacer un audiovisual. Hoy, es la televisión la considerada medio audiovisual por excelencia. Pero, en la televisión el montaje pierde protagonismo. Y, consecuentemente, existen deficiencias de interrelación entre lo auditivo (palabras) y lo visual (imágenes). Y así, un medio nacido como paradigma de lo audiovisual, presenta sin embargo significativos fallos en la asociación de palabras e imágenes.
La atención selectiva o focalizada Tras el despertar vamos seleccionando, focalizando, centrando la atención, en las parcelas informativas que nos van siendo útiles. La atención selectiva o focalizada es una función auxiliar de la percepción. Y tiene su asiento anatómico, como la percepción, en el lóbulo frontal del cerebro (figura 4). Fig. 4 Así pues, en el lóbulo frontal, la parcela más noble del cerebro, se interpreta, se procesa, y se guarda en la memoria la información llegada a través de la atención focalizada o selectiva. La atención focalizada es como la luz de una linterna que, manejada por el lóbulo frontal, va “alumbrando” los campos informativos que interesa percibir (figura 5). Fig. 5 Activación e inhibición La atención selectiva, por un lado, activa (ilumina) el área informativa que interesa seleccionar y, por otro lado, desactiva (oscurece) las demás informaciones que llegan al cerebro a través de la atención generalizada. La atención selectiva supone un doble juego de activación e inhibición de gran sutileza (sujeto a múltiples factores que serán analizados). Atender a varias actividades a la vez Las actividades realizadas de modo automático (sin la intervención de la voluntad), están sujeta tan sólo a la atención generalizada. Y pueden ser atendidas simultáneamente. Pero, es imposible focalizar la atención en varias actividades, exentas de automatismo, a la vez: es imposible focalizar la atención simultáneamente en la televisión y en una conversación telefónica. |
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